“…el deseo es el deseo del otro.”
Hay algo en todo esto
algo del sentimiento que
se me hace indecible
inasible
intangible
Es el límite de las palabras que
aparece, ineluctable, amordazando…
“¿Me querés?”, “¿me
extrañás?” no son, ahora, más que
preguntas
retóricas
“Te quiero”, “te
extraño” no son ya más que
evidencias de algo que se siente muy adentro muy profundo
muy…
Pero las palabras (todas) me llevan a vos porque
te quiero en estado de
amor y de beligerancia (dijo, digo)
porque te deseo en cuerpo y alma
en piel y huesos
en calma y exaltación
en locura y sensatez
porque el deseo de vos es incesante, inextinguible
Ahora, desear es desearnos juntos es
desearte cerca, próximo, tibio…
el deseo (el verdadero) tiene tu nombre, amor…
Las palabras, todas, tienen tu nombre…
El deseo tiene tu nombre, amor...