El sonido lejano y conocido del canto de un grillo,
las aspas de un ventilador prehistórico que giran
rítmicamente,
las gotas de lluvia sobre las chapas del techo viejo,
las voces, las ironías y las humoradas familiares
de todo un día largo y caliente,
se agolpan ahora, todos,
desordenados, claros,
en las primeras horas
de este jueves húmedo,
remoto y salteño…
¿Oís? Esta madrugada es presa fácil para
la melancolía y
el miedo…
El miedo que se junta y se retuerce muy adentro,
después de un largo mes sin verte…
Claro: a veces, tener miedo es
–solo a veces– un pasatiempo de
la melancolía y
el amor…
Hace un rato dijiste que extrañabas mis textos
y está bien: el cuerpo y el alma están
hechos
de lenguaje,
de palabras.
Estas palabras soy yo.
Me doy porque
no estás acá conmigo
para sentir estos mismos sonidos
vanos, ruidos…
Amor, acá, lejos de todo –de Vos–,
solo quiero saberte mío…
No quiero tener miedo.
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