domingo, 21 de septiembre de 2014

Si yo pude, ellos tienen que poder
se repite a sí misma la delicada joven
santafesina, de sonrisa y dientes blancos
Si yo pude, ellos tienen que poder
lanza, como un mantra bien aprendido
después de tanto encierro en un mundo
tan blanco como ella, de fronteras y
códigos perfectos, bien delineados
Si yo pude, ellos tienen que poder

No sabe que su historia no equivale a la 
de otros, tan distintos, tan diversos,
tan humanos como ella

El mundo reniega de sus Frankensteins,
se cree sus propias mentiras


Rosario, septiembre de 2014

En este restaurant barato
las servilletas de papel no
secan, no absorben las penas
ni los pensamientos absurdos.

Desde acá, miro las ideas
que sobrevuelan las cabezas
de la gente que nunca se detiene.

Muchos llevan pequeñas cajas
que les avisan que van a morir,
y así se creen autosuficientes.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Hay gestos que se parecen mucho a
esos likes que sabés que van a estar
siempre en Facebook, intrascendentes
de tan comunes, de tan frecuentes.

Son gestos que se iteran
en todos lados, sin culpa,
como reflejos infinitos de
todo aquello que no se quiere ver


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Fragmentos

Se confunden las piezas de
un rompecabezas interno, se
desarman los músculos, los
                                 huesos,
la carne de tantos anhelos y
sudores y rostros más o menos
                             conocidos...

Un mar de sombras que se
mecen sin cesar y ocupan
estos lugares cada vez más
                           pequeños.

Un saco de fragmentos, de
restos que quedaron de
naufragios ignotos.

Eso soy.


domingo, 7 de septiembre de 2014

Rancio

Son esas palabras rancias
las que vuelven siempre
y nos pierden de nuevo
                       cada vez.

Palabras ajenas, de cruces y
de espadas, de miedo y de dolor,
de machos y de sueños que se cumplen
con sortijas de familias bien formadas.

Palabras que niegan espacios, tiempos,
que anulan experiencias y deseos.

Es mentira que todo lo pueda el amor.





Atajos

"Cada uno somos un desierto".
François Mauriac. 

Somos abismos
chocándose
los unos a los otros
en la loca carrera por el control
                    y la normalidad.

Abismos cuyos bordes se
caminan día tras día, casi
sin pensarse, sin mirarse,
como atajos imposibles.

Somos el absurdo de todos
esos días y los abismos que
se suceden
sin cesar...

Adentro, hay precipicios
insondables, recónditos.

No me puedo encontrar.