lunes, 21 de julio de 2014

Pendientes

Esa ficción que no volví a llevar
conmigo cuando bajé del colectivo
fue motivo de lamento constante
durante un largo tiempo. Tenía diez
u once años (creo) y De la Tierra a 
la Luna era el libro, que acababa de
conocer, tal como Verne lo había
concebido por lo menos un siglo atrás.

Pocas páginas había recorrido hasta
entonces, de modo que perderlo fue
cerrar una historia antes de que
terminara realmente, algo que
se cerró antes de tiempo,
un final precoz y aciago.

Bastante tiempo llevó el olvido,
pero ahora que lo recuerdo,
muchos años después, y que
vuelvo a pensar en las páginas
nuevas, en las palabras confusas,
difusas, difíciles, en el ánimo terco
y potente,

me parece la profecía irónica de un
destino signado por lo inacabado,
por algo que se cierra sin agotarse.

Siento que hay lecturas que
siempre están
pendientes...

No hay comentarios:

Publicar un comentario