Tiempo de gracia.
Los lapachos están quietos,
silentes.
Son espejos de la calma
desatada en la ciudad inmóvil,
igual que el río negro que la corta en dos.
Lapachos-símbolo, lapachos-alma,
gigantes que aguardan, otro tiempo.
Muy bello, Pablo; y más en unión con la foto de ese magnífico lapacho florido.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar, Elena, y por ser tan benevolente... :D Un abrazo.
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