este año, no estoy leyendo
mucho más que lo necesario
para mis clases y otros trabajos
No quiero aventurar explicaciones
mágicas o conmovedoras para esto.
Creo, simplemente, que no tengo ganas
de leer: elijo mi bici, mis plantas, mi cama,
la pantalla de este celular o la del televisor.
Me elijo, porque, acá un cliché necesario,
de lo contrario nadie me elegirá a mí.
No hay mística en esto, no. No leo,
tanto como antes
y no sé si siento
culpa...
La lectura no salva:
todo ha sido, siempre,
una mentira.
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