Un ruido penetrante de calor y de chicharras.
Un tumulto absurdo de cuerpos y de voces.
La espera se extiende como un elástico viejo
y aplasta
el pecho
y la razón
como una enorme maza.
Sólo tus ojos para calmar la sed,
sólo tus manos para borrar la desolación
y el dolor…
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