sábado, 27 de abril de 2013


Yo,
la nada.

El mundo,
inconmesurablemente absurdo.
Ancho, ajeno. A veces, de a ratos, parece
tener algún sentido, pero no alcanza, no calma...

Solo el humano abrazo, la caricia tibia sobre el rostro,
quizás... Solo TU abrazo, rodeado de silencio, sin palabras.
¿Para qué? Ellas tampoco alcanzan cuando el alma está sedienta...


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