La angustia, los
lugares oscuros crecen como hongos y
agobian los nervios, el equilibrio frágil de
una conciencia descentrada…
¡Y yo sólo quería que alguien me dijera
“Estoy feliz porque estás acá”!
Nada calma, nada abraza, nada
contiene las ideas turbias que atraviesan y
hieren, sin querer…
Enojarse con uno mismo tampoco alcanza…
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