Acá, las calles son infinitas y jamás se bifurcan,
se extienden hasta un punto del cielo gris que no
distingo, junto con los árboles, las puertas, las
ventanas, las rejas, las ruedas, las personas, que
no se acaban y a veces te llenan, te agobian, te
rasgan las vísceras con la ira contenida, con
los látigos de un verbo atrofiado pero intenso.
Las letras, las ideas, los segundos se
repiten, se replican como una hélice doble,
primigenia, humana...
Palabra, razón y tiempo que duelen, que somos.
Ojalá seamos amor también un día cualquiera, que
vos y yo podamos andar por ahí, infinitos, de la mano,
juntos, como ayer, como hoy...
No hay comentarios:
Publicar un comentario