Los saludos inevitables y
las risas y las sonrisas
exageradas.
La puesta de una obra clásica
a cargo de un grupo de travas.
Los aplausos a destiempo y
las críticas letradas y apuradas
en las veredas atroces y
resistencianas.
Gente más o menos soportable.
La atención insostenible y
la escucha más flotante cada vez.
(Pero Vos y tu mirada están ahí.)
Hay que dejar de criticar
las palabras y preocuparse por
los hechos y las ideas.
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