Mi padre me dejó
un pectus excavatum
dos rodillas chuecas
pies planos, sin arcos
ojos miopes y sin luz
también una nariz más
que visible para todo
aquel que quiera habitar
el suelo argentino.
Mi padre me dejó
antes de que pudiera
agradecerle por su bello
legado, a mí y al mundo,
antes de que pudiera darle
la mano firme de hombre
recio y duro.
Mi padre me dejó
pero no dejó fotos o
recuerdos de otro tipo.
No me dejó la posibilidad
de interpelarlo, ni a él
ni a su imagen.
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