¿Y quién te dijo que estas tardes infinitas
de domingo traerían algo bueno?
¿Acaso no te dan
ganas, a veces, de
gritar
desaforadamente como una furia ática,
salir de tu casa, sin dirección, sólo salir
(por la puerta o por la ventana)
y gritaaaaaaar...
gritar sin ton ni
son, sin sentido,
gritar con pasión,
con placer,
gritar con vehemencia,
fuera de orden y medida,
gritar hasta que se quiebren
tus pulmones
y tu piel se estire y se tiña de rojo,
gritar con todas tus fuerzas
hasta que te estallen las cuerdas vocales
en una
explosión multicolor, fluorescente…?
¿Y que te salgan por la boca
mariposas y orquídeas y peces y estrellas y
muchos gorriones y grillos y algas
por tanto gritar?
De eso se trata, a veces, no dejarse llevar…
Y es que, a veces, el silencio
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