lunes, 27 de mayo de 2013

Perder el miedo

Una mirada que se pierde
desconcertada, lejana, igual
a la de hoy: rebelde, renegada y 
pretendidamente anárquica.

La imagen desgarbada es 
también como esa que conocí 
hace más de un año ya en
una esquina irreal del Chaco:
esos pelos que no están
cómodos, que quieren 
salirse de los límites estrechos de
un cráneo demasiado rígido.

¿Qué estarías pensando entonces?
¿Habrás imaginado un futuro como
este, del que no cesás de renegar?
¿Cumplir años era ya la fatalidad
hecha celebración, la cercanía 
cada vez más clara de un fin?
¿Habrás fantaseado por un 
segundo fugaz siquiera que 
ahora las cosas tampoco tendrían
un sentido acabado, que nada
ni nadie nos muestra un camino
y que estamos, así, arrojados
                                 al mundo
en soledad?

No sé que pensabas, pero
sé que esos ojos ya estaban
cargado de preguntas y de
búsquedas, de disensos
e introspecciones, pero
también de desconfianza y
desasosiego...

Amor, ni ayer ni hoy, 
nadie nos salva -lo siento- del 
absurdo de esta vida pero
dejame que hoy te dé la mano y
camine con vos, hasta
perder el miedo, dándote
la mano, aunque sea...



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